26 enero 2011

Fragmento del Cántaro Roto - Octavio Paz

Espero les guste, la parte final de "El Cántaro Roto" de Octavio Pazun poetaescritorensayista y diplomático mexicano, fue miembro de El Colegio Nacional y ganador del premio Nobel de Literatura (1990).


....Hay que dormir con los ojos abiertos, hay que soñar con las manos,
soñemos sueños activos de río buscando su cauce, sueños de
     sol soñando sus mundos,
hay que soñar en voz alta, hay que cantar hasta que el canto eche raíces,
     tronco, ramas, pájaros, astros,
cantar hasta que el sueño engendre y brote del costado del
     dormido la espiga roja de la resurrección,
el agua de la mujer, el manantial para beber y mirarse y
     reconocerse y recobrarse,
el manantial para saberse hombre, el agua que habla a solas
     en la noche y nos llama con nuestro nombre,
el manantial de las palabras para decir yo, tú, él, nosotros,
     bajo el gran árbol viviente estatua de la lluvia,
para decir los pronombres hermosos y reconocernos y ser
     fieles a nuestros nombres
hay que soñar hacia atrás, hacia la fuente, hay que remar siglos arriba,
más allá de la infancia, más allá del comienzo, más allá de las
     aguas del bautismo,
echar abajo las paredes entre el hombre y el hombre, juntar
     de nuevo lo que fue separado,
vida y muerte no son mundos contrarios, somos un solo tallo
     con dos flores gemelas,
hay que desenterrar la palabra perdida, soñar hacia dentro y
     también hacia afuera,
descifrar el tatuaje de la noche y mirar cara a cara al mediodía
     y arrancarle su máscara,
bañarse en luz solar y comer los frutos nocturnos, deletrear la
     escritura del astro y la del río,
recordar lo que dicen la sangre y la marea, la tierra y el
     cuerpo, volver al punto de partida,
ni adentro ni afuera, ni arriba ni abajo, al cruce de caminos,
     adonde empiezan los caminos,
porque la luz canta con un rumor de agua, con un rumor de
     follaje canta el agua
y el alba está cargada de frutos, el día y la noche reconciliados
     fluyen como un río manso,
el día y la noche se acarician largamente como un hombre y
     una mujer enamorados,
como un solo río interminable bajo arcos de siglos fluyen las
     estaciones y los hombres,
hacia allá, al centro vivo del origen, más allá de fin y comienzo.


México, 1955
Imagen: © Richard Franck Smith/Sygma/Corbis